Si deseas ofrecer ayuda, es importante que aprendas, antes, a escuchar. Escuchar no significa solamente recepcionar sonidos o palabras, tampoco se limita a oír un mensaje de manera aislada. Escuchar de manera apropiada implica el hacerlo de manera activa, es decir, configura realmente una habilidad para la cual hay que tener tiempo, disposición y un adecuado nivel motivacional.
Cuando hacemos escucha activa (especialmente cuando la persona siente ansiedad, depresión o cualquier otra vivencia del área de la salud mental), es importante que:
- Establezcamos contacto visual
- Permitamos que la persona nos cuente lo que desee sin intentar desviar el teme de conversación
- Clarifiquemos, haciendo preguntas, cada vez que no comprendamos algo
- Realicemos, en la medida de lo posible, pequeños resúmenes sobre el discurso
- Respetemos el discurso SIN INTERRUMPIR, a menos que veamos que la persona se siente peor al habar
- Validemos las emociones: “es normal sentirse así”, “te entiendo”, “lamento mucho que te sientas así”, etc.
- Respetemos el espacio personal (quizá sintamos la necesidad de ofrecer un abrazo, pero evaluemos si es lo más pertinente en ese momento)
- Tratemos de generar empatía al intentar colocarnos en el mundo emocional de la otra persona
Solo cuando logremos generar escucha activa es que podemos realmente iniciar el proceso de empatía. Tradicionalmente, este concepto hace alusión al poder “sentir lo que la otra persona siente”, o “ponernos en sus zapatos”. Esto es apropiado, pero no suficiente. Un ingrediente de importancia remarcada es el de sentir un interés genuino por escuchar y ayudar, por estar allí y ofrecer un espacio seguro de validación el cual la persona a quien estamos escuchando sienta realmente la confianza de poder hablar.
En este punto, es importante mencionar que la confianza es social y relacional, y que se construye por medio de los vínculos que forjamos a lo largo de nuestra vida; por ello, es muy probable que los códigos de comunicación entre dos personas se basen, también, en los hábitos comunicativos previamente establecidos, por lo cual, considerar esto al momento de escuchar, definitivamente aporta algo muy positivo a dicha experiencia.
Para finalizar, podrías considerar algunos de los siguientes ejemplos:
Ejemplos de escucha empática
“Te escucho” “Estoy aquí para ti” “Cómo te sientes” “Cómo puedo realmente ayudarte a seguir adelante” “¿Hay algo más que quieras contarme?”
Ejemplos de escucha indiferente
“Podría ser peor” “Lo mismo le pasó a un amigo” “Y si intentas hacer esto” “Vas a estar bien” “Deberías hacer…”
Foto de Christina Morillo en Pexels