¿Cómo afronta un terapeuta la perdida de un paciente por suicidio?

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¿Eres profesional de salud mental? ¿Has perdido a algún paciente por suicidio?

¿Cómo vive el duelo un terapeuta sobreviviente?

No sólo familia y amigos elaboran el duelo de la pérdida de un ser querido; los terapeutas que pierden a pacientes por esta razón deben lidiar también con una serie de emociones y cuestionamientos que surgen de manera inmediata tras el suicidio de un/una paciente.

A pesar de cumplir con las características del encuadre con pacientes suicidas (especialmente con respecto a la firma del contrato), informar a los familiares con respecto a lo sucedido, respetar la ética y confidencialidad y hacer el mejor trabajo posible, nada garantiza que el/la profesional tenga emociones disfuncionales debido a lo sucedido. Esto es, absolutamente normal.

¿Cómo se prepara una persona para afrontar justamente la antítesis de su objetivo? ¿Cómo se siente un profesional cuando a la hora y día de la cita de un/una paciente, no llega nadie? O, peor aún, cuando llega una familia dispuesta a confrontar y demandar por lo sucedido.

Los estudios muestran que, mientras menor sea la experiencia profesional del/la terapeuta, menor es el manejo adecuado de lo sucedido (Grad, en Wasserman & Wasserman, 2009). La falta de experiencia, el temor y la dificultad para aceptar la situación son sólo algunas de las razones por las cuales esto sucede.

En este punto, es importante resaltar que, a diferencia de todas las otras razones por las cuales un/una paciente busca ayuda, el suicidio tiene una característica altamente distintiva: es final. No hay vuelta atrás, no hay forma de “retroceder”. Peor aún, el suicidio de uno, impacta en los demás y en sus propios procesos suicidas.

Entonces, ¿cómo se puede ayudar a profesionales que vivan esta experiencia?

Entre diversas actividades que pueden realizarse, se encuentra:

  • Ofrecer al terapeuta el tiempo necesario para que pueda expresar lo que siente y piensa.
  • Ofrecer al terapeuta la posibilidad de acceder a un consejero o terapeuta externo.
  • Permitirle tiempo libre si es que así lo necesita.
  • Facilitar el proceso de duelo y normalizar los comportamientos asociados a él.
  • Recordar al terapeuta que no es un salvador y que la decisión dependió de la persona.
  • Ofrecer un proceso de apoyo y terapia también en futuros casos suicidas que se puedan tener.

Si eres un terapeuta sobreviviente al suicidio de un paciente y deseas participar en nuestro grupo de apoyo en el duelo déjanos tus datos aquí

 

 

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