Asistir a terapia no es fácil. Asistir a terapia para trabajar prevención del suicidio… es más difícil aún.
No obstante, lo que me gustaría que mis pacientes supieran sobre comenzar terapia es que el proceso será, seguramente, muy distinto al que se lo imaginan. Quizás escucharán cosas que no desean o imaginan escuchar, quizás se percatarán de que yo sólo soy un acompañante en el proceso y que todo el cambio y la mejoría que puedan tener dependerá de lo que hagan fuera del consultorio.
El hecho de que hablemos de suicidio en las sesiones tiene también un componente distintivo: se introduce una visión sobre el balance de la vida y la muerte y del cómo podemos hacer para que la ganadora en aquella batalla sea la vida, y no la muerte.
Quisiera que mis futuros pacientes supieran que mi trabajo no es fácil, pero que la alegría al ver las mejorías es la mejor gasolina para un psicoterapeuta. No obstante, sí les repetiría… no será fácil.