Cómo la ansiedad y depresión afectan en el proceso de hospitalización: La experiencia de nuestro director Álvaro Valdivia

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Hola. Mi nombre es Álvaro Valdivia, soy el director de Sentido, y, al igual que tú, soy un ser humano que puede sufrir de problemas médicos y psicológicos.

El 24 de diciembre del 2017 fui hospitalizado por emergencia en un hospital en Lima. ¿Cuál fue el diagnóstico? Pancreatitis.

Yo no sabía nada acerca de la enfermedad conocida como Pancreatitis. No sabía que era grave y que un elevado porcentaje de personas que la desarrolla puede morir.

Realmente todos sucedió muy rápido. Creo que no tuve el tiempo de procesar la información de manera lógica. Los doctores me manifestaban su preocupación y, al mismo tiempo, la necesidad de actuar con rapidez. Yo estaba adolorido, cansado, confundido. No lograba entender por qué de pronto tenía agujas clavadas en los brazos, por qué tenía que pasar por tantos exámenes médicos y por qué sentía tanta ansiedad.

Para cualquiera que haya vivido la experiencia de la hospitalización, le preguntaría si coindice conmigo al referir que no es una experiencia placentera… más aún, es una oportunidad para que la ansiedad y depresión puedan salir a flote. En mi caso, fue la ansiedad. La ansiedad al encierro, a la falta de sueño, a la incertidumbre, al temor…

Durante los días en los que estuve hospitalizado, recordé lo que había trabajado en mi propio proceso de terapia, cómo controlar mis síntomas ansiosos ante aquello que no puedo controlar, cómo tolerar situaciones adversas y cómo no exagerar aquello que me podría estar sucediendo. Pero no fue nada fácil. Quizá por el hecho de que fue la primera vez que pasaba por esta experiencia, quizá porque aprendí que si no me cuidaba existía riesgo de muerte, quizá porque tengo muchas cosas que hacer en mi vida, como Sentido…

Por lo menos una persona falleció en el piso en el que estaba hospitalizado, y más de una decena tuvo que quedarse más tiempo que yo. Estas experiencias, además de la sensación de encierro y la imposibilidad de conciliar el sueño, demandaron de mi un gran esfuerzo. Los primeros tres días fueron los más difíciles pues era todo nuevo y no podía ingerir nada de comer ni de beber, ni siquiera agua. Era la única forma de que mi páncreas se desinflamara.

Pensé mucho en todas las personas que sufren de problemas psicológicos y se sienten encerrado/as o atrapado/as en ellos, en aquella terrible dificultad para seguir adelante. Pensé en los pacientes suicidas y en los sobrevivientes al suicidio de un ser querido con quienes trabajo en Sentido. Me imaginé lo oscuro que es el pensar que no sabes lo que sucederá y que todo a tu alrededor parece difícil, inmanejable.

A veces no nos damos cuenta, pero nuestro estado emocional nos lleva a pensar cosas que de otra manera no pensaríamos. Nos imaginamos lo peor y que no hay nada que se pueda hacer por revertir la situación. A veces pensamos que la vida nos ha puesto un reto muy difícil o que se ha puesto en el medio del camino para obstaculizar nuestra felicidad… podemos pensar muchas cosas tristes, pesimistas… es normal. Pero también es normal el querer pedir ayuda, por más difícil que parezca, sea cual sea la razón. Y, aun cuando mi proceso médico no ha finalizado, puedo decir que me he recuperado.

Aún necesito someterme a una intervención quirúrgica, pero lo más difícil ya pasó y nuevamente tengo esperanzas en la vida… y esto es lo que deseo que todas las personas que llegan a Sentido puedan también experimentar. Mis ganas de vivir son más fuertes, y no pienso dejar de trabajar por todo/as quienes lo necesitan.

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