Carta de una sobreviviente de suicidio de un ser querido

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Querido amigo(a) :

Es muy difícil lo que nos pasó, casi no puedes respirar de la angustia, te entiendo, porque por mucho tiempo el aire no llegó a mis pulmones, la verdad no sé como sobreviví, pero lo hice.

No lo pudimos evitar, no hubo forma de saber que su decisión estaba tomada y que se suicidaría de la noche a la mañana , sin decirnos el por qué, dejándonos en medio de un caos absoluto, nos dejó sin palabras, ni aire, nos arrastró a su muerte.

La culpa….esa “bendita” palabra me persiguió por muchos años y es algo que sientes tú también, pero quiero decirte que tú no tienes la culpa de nada de lo que ocurrió, quisiera que lo grabes en tu corazón y en tu mente y te liberes de esa condena.

Jamás nos íbamos a imaginar que sucedería, nadie mira a la muerte de frente, no somos capaces, entonces esta vez porque tendría que ser distinta.

Tú no tienes la culpa que se quitara la vida, aquí nadie la tiene, ni él (ella) ni tú.

En estos 11 años desde que mi papá murió entendí muchas cosas. Al principio no las entendía, no quería afrontar lo que era el proceso del luto por perdida de un familiar que se suicidó, tú sabes que es completamente distinto a una muerte natural. Una mezcla de sentimientos aparecen, tienes un “antes” y un “después”, y ese “después” que debes aceptar, curar,  procesar, liberar y entender.

Si te dijera cuántas veces sentí vergüenza, no me creerías, hasta llegué a sentir vergüenza cuando alguien hacía un chiste sobre el suicidio, me sentía incómoda, sudaba, y no sabía si reírme como si no “pasara nada” o irme…Tuve que enfrentar miradas incómodas, claro…seguro pensaban que yo también lo haría o estaba medio loquita….y sí pues, por algún tiempo lo estuve, ¡por qué no!…estaba enfrentando algo muy fuerte ¡mi papá se había quitado la vida! y no podía actuar con “normalidad”, cada día aparecía algo nuevo con lo qué lidiar, desde lo emocional, lo físico  y lo social. Tenía derecho a no estar bien, tenía que permitirme dejarme llevar, no fingir y aparentar frente a la “sociedad”. ¡Pues no! ¡No es justo!

Quiero que sepas querido amigo(a) que te entiendo, que comprendo cada cosa que pasaste, que pensaste y que sentiste…, querido amigo (a) no estás solo, estamos juntos. Existe un espacio en donde puedes ser escuchado y puedes compartir experiencias, miedos y anhelos. Donde vas a entender que lo que sientes es parte de este proceso que nos tocó vivir, y que este dolor que sientes va a disminuir , llegará el día ( no puedo decirte cuándo ) que podrás ver todo distinto, perdonarás a tu ser querido, ya no lo juzgarás y dejarás de buscar respuestas. Te liberarás y podrás continuar con tu vida, podrás respirar mejor, dejarás la medicación y volverás a sonreír.

Gracias a este espacio que te cuento, pude enfrentar y afrontar miedos, imagínate que la primera vez que hablé de mi papá en público (pensé que ya estaba lista, habían pasado 11 años) la voz se me cortó, no pude respirar y hasta tuve mareos…¡me asusté! Claro…me di cuenta que jamás lo había exteriorizado porque si se lo contaba a alguien no me entendía o me decía frases “cliché” (no los juzgo).

En el Grupo de Apoyo de en el Duelo pude hablar con otras personas que sobrevivieron al suicidio de un ser querido, y entender que lo que había vivido tantos años lo compartía con otras personas, no estuve loca ni perdida, solo estuve dolida, rota, asustada y confundida. Pero eso es el pasado, hoy me siento libre, en paz, amo a mi papá, lo perdono y no lo cuestiono, lo dejo libre y lo recuerdo como mucho amor.

Hoy tengo la oportunidad de hablarte a ti, de abrazarte, de decirte que lo siento mucho y de hacerte saber que aquí estamos, no estás solo (a).

Cuídate mucho,

Te envío un fuerte abrazo lleno de amor.

Cecilia

 

 

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