Una reflexión a raíz del intento de suicidio de un hombre que saltó desde el piso 18.

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Muchas personas han visto, por medio de la televisión y las redes sociales, el video de un hombre que intentó suicidarse en la modalidad de salto desde altura hace unos días.

Indudablemente, el hecho de que sea un acto en la vía pública, hace que muchas personas deseen filmarlo, compartirlo y comentarlo, y, aun cuando esto es una invasión a la privacidad psicológica de aquel hombre, es difícil que la sociedad comprenda que nada de eso se debe hacer. Este hombre no pidió salir en televisión, menos aún tras intentar suicidarse.

No obstante, más preocupante aún, es el hecho de que se especulen ideas con respecto a él, como que “quizás no toma su medicación”, o que “ya había ido a ese lugar pensando en lo que iba a hacer”. ¿Cómo saben los periodistas que esto es verdad? Más aún, ¿por qué debemos nosotros, como espectadores, conocer esos detalles, sean ciertos o no? ¿No sería más importante dar a conocer lugares de ayuda, estrategias de prevención y educar a la sociedad a que sea más empática?

¿Por qué nos impresiona más el hecho de que “haya vivido tras saltar 18 pisos” en lugar de recordar que la salud mental en nuestro país está tan descuidada? ¿Es, acaso, el morbo, más importante? Piénsalo: lo “raro” y lo “negativo” no es que él haya intentado suicidarse, lo “raro” y “negativo” es que no trabajemos en prevención y que nos demos la libertad de hacer comentarios sobre alguien que sufre y que no pidió ser conocido de esta manera.

¿Te gustaría a ti salir en televisión si es que intentas suicidarte?

Álvaro Valdivia Pareja

Director de SENTIDO

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